Por Dinero en Imagen
“En 30 días mi startup habrá muerto”. Con palabras tan contundentes, un empresario anónimo narró una parte de inicio de su recién creada empresa, una parte de la que casi nunca se habla, debido a lo doloroso que puede resultar su muerte prematura.
El blog que tituló “Mi startup tiene 30 días de vida” se convirtió en un objeto de fascinación en la comunidad de los pequeños empresarios.
Una parte de su narración contenía revelaciones muy dramáticas que ponían al descubierto su profunda desesperación: “Estoy abrumado, me siento incapaz de hacer un buen trabajo en todas las áreas que debo atender, no estoy durmiendo lo suficiente. Tengo miedo”.
Pocos días después se quedó sin dinero para pagar la nómina de sus trabajadores.
El fracaso puede ser llevado como una bandera de honor en Silicon Valley, pero sólo cuando esta dura experiencia forma parte de una narrativa que termina en éxito, que tiene un final feliz.
Un caso es Instagram que fue lanzado desde el fracaso de un servicio de facturación llamado Burbn, luego fue vendido a Facebook por mil millones de dólares.
Otro caso es el del empresario Max Levchin que fracasó y “tiró” a cuatro compañías antes de lograr el éxito y convertirse en el co-fundador de PayPal.
Aquellos que se han encontrado en el límite de la muerte empresarial y que logran pasar a la gloria, cuentan sus historias como grandes guerreros que han regresado de su más grande batalla, se reúnen en bares para brindar por los éxitos, muchos ofrecen conferencias magisteriales e incluso acuden a una reunión anual dedicada a los fracasos empresariales denominada: FailCon.
Lee la historia completa aquí.
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