Recientemente un amigo me preguntaba qué lectura le recomendaría acerca de la innovación, pues quería aprender acerca de este interesante y apasionante tema, por ello me permití recomendarle algunas lecturas.
Las dos primeras son de Clay Christensen, el famoso profesor de la Harvard Business School, quien ha escrito varios libros entre los que destacan dos: El dilema del Innovador (The Innovator’s Dilemma), en el que introduce el ahora familiar término innovación disruptiva y el más recientemente publicado El ADN del Innovador (The Innovator’s DNA) en el que estudia las características comunes que tienen innovadores exitosos.
También le recomendé algún libro de IKEA, la famosa empresa de diseño e innovación, por ejemplo: The Ten Faces of Innovation o The Art of Innovation. Esta empresa ubicada en Palo Alto, California, ha producido diseños innovadores muy creativos y tiene muy bien definido su proceso para innovar.
Como cuarta opción le sugerí leer la biografía de algún innovador exitoso. Una de las más recientes y más leídas es, sin duda, la de Steve Jobs, en particular la escrita por Walter Isaacson, aunque hay otras. También resultan interesantes las de David Packard y Bill Hewlett, fundadores de HP el libro se intitula The HP Way y la de dos grandes innovadores mexicanos como don Lorenzo y don Roberto Servitje, fundadores de Bimbo, comentados en la obra Bimbo, estrategia de éxito empresarial de Roberto Servitje.
Luego de las recomendaciones mi colega también me preguntó en dónde se inserta la innovación. Le respondí que no es una pregunta fácil y hay quien dice que está en todos los departamentos (se innova en operaciones, pero también en marketing, en personal y hasta en finanzas y contabilidad) sin embargo, le comenté, “la verdadera innovación viene de la cabeza, de la dirección, esa es la auténtica innovación, la ‘madre’ de las innovaciones, la Innovación estratégica, es la que inicia y lidera a todas las demás”, por eso le recomendé una biografía de Steve Jobs, pilar y motor de la innovación desde la dirección en Apple.
Además, la innovación que se provoca desde la dirección no es un proyecto, es decir, no se trata de decir ¡vamos a innovar!, ¡ya innovamos!, ¡qué bueno!, ahora a otra cosa. La innovación exitosa, como lo hemos señalado aquí, requiere reglas y fechas límite (el famoso deadline) pero, más que un proyecto, es una actitud, es una predisposición a actuar es un acto reflejo que en automático siempre está buscando mejorar.
Apple en 2001, lanzó el iPod un producto muy innovador que creó un sector, actualmente el mismo producto va en su 8ª generación, ha mejorado muchísimo, ahora cuenta con muchas más funciones y, además, el precio se ha ido reduciendo (en el modelo original el gigabyte de capacidad se pagaba a 80 dólares, en el actual, cuesta 1.50 dólares).
Finalmente, (y eso no me lo preguntó) cerré la conversación diciéndole por qué es importante la innovación. Lo es porque nos permite “crear valor”, ante la globalización, empujada por la desregulación (apertura de mercados, caída de barreras arancelarias de importación) y el Internet (que nos permite saber y conocer al instante) hay una gran presión para bajar costos, los productos se van “comoditizando” (volviendo commodities). Por eso, la única manera de generar valor, de crear riqueza, es innovando para ofrecer mejores propuestas, que sean aceptadas y pagadas por los clientes.
Ser innovador es inherente a ser un buen director que siempre busca hacer las cosas mejor, ya sea definiendo y entregando una mejor propuesta de valor o logrando hacer más eficientes sus procesos para ser más eficaz y bajar sus costos.
La innovación se inserta también en los saberes prudenciales. Quien innova va ordenando o acomodando las cosas para modificar la realidad y para saber cuál será el mejor camino. Lo hace a través del diagnóstico de la situación y decidiendo, con base en ese diagnóstico, en sus conocimientos y habilidades (por supuesto la de innovar está aquí), y a su experiencia. Si un director se preocupa exclusivamente de operar lo que ya tiene, dejará pasar oportunidades y no se adaptará al entorno poniendo en peligro la permanencia de su empresa. Recordemos el muy triste caso de Kodak, líder indiscutible en el sector fotográfico, inventor de la fotografía digital que no supo aprovechar y que, actualmente, se encuentra al borde de la quiebra.