En un sistema competitivo como el actual, es imposible que todos alcancen el éxito. Mientras un grupo de personas puede presumir sus buenos resultados, otros sufren al no alcanzar sus objetivos. Ante tal situación resulta imprescindible que las personas, sobre todo los líderes, sean capaces de superar los momentos de frustración que vienen después de un fracaso.
Lamentablemente estamos lejos de hacerlo. Según Ben Dattner y Robert Hogan, de Harvard Business Review AL, aproximadamente 70% de las personas tiene un tipo de personalidad que reacciona de manera inadecuada cuando las cosas salen mal.
A veces el liderazgo se confunde con la capacidad de motivar a los demás. Esta es una parte importante de lo que un buen líder debe saber hacer, pero no se trata de aplaudir logros inexistentes o de alabar a un equipo por miedo a que dejen de tener un buen desempeño. Tu rol no es ser porrista de nadie, ni su aficionado. Eres su guía y debes de ser transparente al mostrar tus emociones, aunque es crucial saber comunicarlas. Si no estás satisfecho con el resultado de un proyecto, dilo. Explica lo que ves y lo que sientes. El simple hecho de verbalizarlo te hará sentir mejor.
Autoconciencia
Busca un test de personalidad que te ayude a cultivar la autoconciencia. Debes centrarte en la conciencia política para entender mejor cuáles son los mensajes que los demás están recibiendo.
Al identificar los malos hábitos, puedes avanzar hacia respuestas más adaptativas.
Analiza al contexto del fracaso
Revisa qué acciones te llevaron a fracasar, qué hiciste mal, qué decisiones tomaste que no compaginaron con el mercado actual.
Acepta tus errores
Asume la culpa y saca las conclusiones que te lleven a aprender de este fracaso. No busques responsables ni te hagas la víctima, aclarar tus ideas y saber en qué fallaste, es uno de los mejores escalones para alcanzar el éxito profesional.